La peligrosa inmediatez
Por Espagnac – Zaracho
(Segundo cuatrimestre 2022)
El stock nunca acaba, pareciera ser infinito; colores, brillos, letras, pasillos largos llenos de productos comestibles, que suelen ser atractivos a la vista de los consumidores. Changos llenos de todo… y al mismo tiempo… de nada. Comida rápida, simple, que suele solucionar muchas cosas en base a una economía de tiempo. Otras veces, diversión extra para los más pequeños, a la hora de la merienda. Delicioso, adictivo consumo, consumo y más consumo. Las gaseosas, los jugos -infaltables para la hora de las comidas con la familia- o las veneradas galletitas que nos sacan del apuro, sirven para hacerle un guiño a la panza mientras tanto continuamos en nuestras acciones.
Distinto día, misma rutina. Nos levantamos sobre la hora y salimos a la vida a cumplir con quehaceres que diariamente nos roban la mayor parte del tiempo, sin pensar cuál va a ser nuestra primera ingesta del día. ¿Acaso tiene relevancia? En definitiva, es lo mismo comer unos Don Satur o Pitusas que las sobras de la noche anterior o, quizás, no comer hasta tener un tiempito libre y las tripas empiecen a sonar. Es más, da lo mismo desayunar con coca cola y un alfajor que tostadas y un café.
El mundo de la inmediatez y del ahora. Publicidad… ¡y mucha! toda con una misma finalidad: pretender vender su efectividad para esos minutos de placer que necesitamos en la rutina diaria. Ahora bien, ¿y el costo? No sólo hablamos del económico, sino también el de nuestra salud. Si, nos sacan del apuro, pero también nos conducen a una menor dedicación en la cocina -de alguien que no tiene tiempo de hacer una comida extravagante- a consecuencia del “sinónimo” impuesto entre fácil y mejor ¿Desde cuándo cortar verdura lleva una demanda abismal de esfuerzo? La falta de tiempo y el engaño de que comida es lo mismo que alimento, nos lleva a consumir lo primero que tengamos a mano, junto con el placer efímero de suponer que está bien.
Quizás seamos presas fáciles al dejarnos engañar y consumir una marca porque es más conocida y no más que rica en nutrientes y proteínas o, simplemente, porque ésta promete que se tardarán tan sólo cinco minutos en llevar un plato a la mesa; el cansancio después de un día agitado, nos hará preferir lo último.
Nos quitan progresivamente lo más valioso de nuestras vidas: la salud. Podríamos pensar qué relevancia tienen estos alimentos en el contexto que vivimos. ¿Cantidad o calidad? A veces, menos es más, cuando se trata de lo bueno. Incluso podríamos cuestionar si -en todo momento- tiene coherencia la frase “panza llena, corazón contento”.