Detalles ocultos
Por Vallejos-Hengen
(Segundo cuatrimestre 2022)
Un día más que comienza; otra larga jornada que arranca. Me despierto por el sonido de una alarma estresante, que hace que sea más duro y -con la fatiga aún presente- trato salir de la cama.
Las noticias de la mañana, como “lo más importante antes de salir” son presentadas en el programa de fondo mientras desayuno. ¿Realmente importan? Al menos no ahora: mi mayor preocupación es pensar qué agarrar de abrigo, tomar la mochila y no olvidarme nada, mientras hago un checklist al salir de casa.
En la calle me doy cuenta que mi día no va a ser el mismo: dejé el celular en casa a consecuencia de mi olvido en cargarlo el día anterior. Caminando, me pongo a observar con atención las largas multitudes: escalonadas una detrás de la otra, en una curiosa formación siempre presentan individuos con el cuello inclinado hacia abajo y cara de preocupación. O, al menos, eso parece ser lo que puedo interpretar: personas que intentan revisar alguna información con la que fueron “bombardeados” desde su despertar por dos o tres medios distintos y otras scroleando alguna pagina, buscando un mínimo entretenimiento que les permita distraerse del dia, hasta que finalice.
Al iniciar el viaje de vuelta -como reflejo de la sociedad actual- me tanteo el bolsillo y al ver que está vacío, comienza el desconcierto: no puedo revisar la hora y ya me he subido al colectivo. Desde arriba, la imagen de la gente es la misma que en la calle; no observo nada distinto y dejo caer la cabeza contra el vidrio, mientras miro las veredas y noto que no hay niños jugando en ellas; difícil de imaginar es cómo, antaño, a esta misma hora muchos chicos jugaban en los mismos lugares y determinaban la imagen habitual, cotidiana; al volver al presente, observo algunos chicos en la fila, replicando las mismas acciones de sus padres con sus ojos perdidos en la pantalla.
Por fin, al entrar a casa cierro la puerta -entre suspiros- y pongo algo de fondo para que me haga compañía mientras ceno. Como siempre, termino cayendo en lo mismo que criticaba en los demás y que me faltó durante el dia, en una victoria de la tecnología más sobre mí: entro a dar una mirada a las redes, por unos pocos minutos que se transforman en horas eternas; me enfoco en un mundo lleno de conflictos, peleas y discusiones predominantes dentro de un contexto de anonimato telefónico, fiel aliado y refugio de todos aquellos que creen tener la razón y, con ella, un modo de derivar su ira hacia cualquiera que se encuentre. No todo es color de rosa, como aparenta; sobre todo si se considerar el tiempo innecesario y la enorme cantidad de energía invertida en estar abstraído.