Todo por un tapado
Por Griselda Zarate Vega y Cristian Da Rosa
(Primer cuatrimestre 2022)
Era un sábado de Abril. Ariel, un joven de 23 años, del barrio de Barracas, estudiante universitario de diseño de Indumentaria y Textil, trabajador part-time en un bar, luego de ahorrar varios meses, privándose de algunos gustitos, logró comprar su tan deseado tapado. Por primera vez, iba a un shopping y recorría los corredores de un centro comercial. Observó con asombro las vidrieras, las que ostentaban maniquíes vestidos con prendas muy elegantes y para nada baratas. En los porta precios, pudo notar algunos que llegaban a rondar su salario mensual. Ingresó al local que tenía en exhibición varios modelos de tapados. Descubrió que hasta las ofertas estaban por las nubes.
Ya en el salón, lo recibió Celestina, una mujer de 40 años de edad, vendedora desde hacía varios años, vestida tan elegante que cualquiera la confundiría con un cliente más. Lo saludó con simpatía y le ofreció los modelos disponibles. Pasaron unos minutos y tras haberse probado más de media docena de abrigos, Ariel se decidió por uno que cumplía con su particular gusto: estaba a la moda y era bastante abrigado.
Pero no todo lo que brilla es de buena calidad. Con un poco más de un mes de uso y solo cuatro posturas, las costuras del forro del brazo se empezaron a descocer. Una falla en la tela parecía haber roto el hechizo del tapado ideal. Ariel volvió al local a realizar el reclamo. Celestina estaba recibiendo un cambio de otro cliente, a la cual no le restó importancia al ticket, y le entrego otra prenda, luego se despidieron con beso. Su cordialidad pareció terminarse al momento de atender a Ariel. Le tomó la bolsa con el tapado y, al mirar el ticket, le dijo que ya había pasado el plazo de 30 días para realizar cambios. Ariel notablemente enojado le gritó:
-¡Tenés que cambiármelo porque es una falla del producto! ¡Te voy a hacer una denuncia a defensa al consumidor!
Celestina insistió en que el tiempo máximo de cambio ya había pasado, que ella debía cumplir con las órdenes de la gerencia. No había excepciones. Ariel alzó la voz y dijo:
-¡Cuando el producto viene con fallas o es defectuoso de fábrica, ustedes me lo tienen que cambiar sí o sí! Yo tengo hasta 6 meses para realizar el reclamo.
Luego de varias idas y vueltas en la discusión, finalmente llegaron a un acuerdo y le realizaron el cambio por otro tapado, que no era el mismo, pero cumplía con lo que quería Ariel. Antes de retirarse, pidió el libro de quejas. Se retiró del local, prometiendo no volver a comprar ahí nunca más. Mientras caminaba con pasos rápidos para la salida, miraba con mala cara la cantidad de gente que había y que hasta la chocaban cuando repentinamente se paraban frente a las vidrieras.