Héroes colectivos
Lucia Irene Prieto
(Primer cuatrimestre 2021)
El covid 19 es un enemigo invisible que llegó para quedarse, obligándonos a cambiar
nuestros estilos de vida, dejando atrás miles de proyectos. Cuando este virus fue
reportado por primera vez, el 31 de diciembre de 2019, la comisión municipal de salud
de Wuhan (provincia de Hubei, China) notificó un conglomerado de casos de neumonía
en la ciudad. Posteriormente, se determinó que está causado por una nueva variante
del coronavirus, el SARS-Cov2.
Cuando los medios de comunicación anunciaron que el covid había arribado a nuestro
país, ya estaba rondando la posibilidad de una cuarentena estricta, medida que se
estaba tomando en varios países de Europa. Sostengo que al tomar está decisión
temprana, el sistema de salud “ganó” el tiempo necesario para acondicionar los
establecimientos y capacitar al personal de salud; quien a fin de cuenta serían la
“primera línea de combate” que lucharía contra un microorganismo del que poco se
conocía. Desde el inicio los trabajadores de la salud han estado expuestos a
circunstancias extremas para desempeñar su trabajo, a largas jornadas laborales, en
muchos casos sin el equipo apropiado y enfrentando angustias, fatiga, incertidumbre y
dilemas éticos.
Pandemia, cuarentena, toque de queda, barbijos, trajes aislantes, en un pasado eran
elementos característicos de libros de historia o de ciencia ficción. Lejos estaba pensar
que lo viviríamos en “carne propia”. A quienes hayan leído la historieta “El Eternauta”,
escrito por Héctor Germán Oesterheld, les traerá a la mente como a mi varias
analogías con la “nueva realidad” que vivimos hoy, al cierto punto de pensar que
Oesterheld podría ser una especie de “viajero en el tiempo”, que mediante su obra, nos
dejó mensajes ocultos de un futuro inesperado. Desde la nevada mortal que generaba
en las personas síntomas similares a una neumonía mortal, el uso de barbijos y trajes
aislantes que impidan la contaminación de la sangre hasta el combate contra
“entidades” invisibles que solo pudieron ser derrotadas gracias a la unión de un grupo
de amigos, que aprovechando sus virtudes, buscaron como punto en común llegar
hasta las ultimas consecuencias con el fin de salvar a la humanidad.
La obra nos muestra y nos enseña que la salida al problema no es individual sino
colectivo y que todos tenemos algo que aportar. El mismo Héctor Oesterheld plasmó su
interpretación en el prólogo de la primera edición de 1957: “El héroe verdadero de El
Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención
previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ´en grupo’, nunca el héroe
individual, el héroe solo”. La importancia de un héroe colectivo a la que hace hincapié
el autor, nos permite conocer más de él, su ideología política y línea ética y moral.
Héctor Oesterheld, fue uno de los más importantes creadores y guionista de todos los
tiempos, pero ante todo fue un militante de la agrupación guerrillera Montoneros. Su
perfil político, crítico del capitalismo, el imperialismo y la dictadura argentina lo hizo una amenaza para el régimen militar y su doctrina. Por consecuente, como muchos otros
referentes, fue secuestrado en 1977 por las Fuerzas Armadas durante la última
dictadura cívico-militar argentina. Su obra se catalogó como “impropia” y por lo tanto,
prohibida.
Su enfoque colectivo aplicado a la actualidad, es el claro ejemplo del trabajo llevado a
cabo por todos los que integran el personal de la salud. Ellos son los verdaderos
héroes en esta pandemia. Son quienes resisten contra el “invasor invisible” y el
ejercicio abusivo del poder; resisten a las adversidades y no dejan que el miedo
corrompa las relaciones sociales. Su vocación es su punto en común y su fin es salvar
y acompañar a la comunidad.