Del otro lado
Por Petix Antonella
(Primer cuatrimestre 2020)
Hace sesenta y ocho años, en Montevideo, en una ciudad marcada por el Cerro y los numerosos cursos fluviales que la atraviesan, nacía María Estela, quien hoy es mi abuela. Una mujer de cabello largo oscuro, ojos color café y de baja estatura que guarda en lo más profundo de su ser, la historia de una joven inmigrante que dejó todo en su camino para abrirse paso a una nueva oportunidad. Su infancia, tras mudarse a San José, la marcó de felices recuerdos: cuando corría por las calles con sus primos; las tardes con su madre y su hermana; su primer amor, mi abuelo, un hombre chapado a la antigua, trabajador y aunque bastante terco, de buen corazón y el nacimiento de sus hijas, años más tarde. Todos momentos que llevó consigo a través de su aventurado viaje por el Río de la Plata.
Las condiciones laborales impedían las oportunidades de una buena vida, haciendo casi imprescindible la búsqueda de aquel progreso que tanto anhelaba. Allí, del otro lado, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos estaba su oportunidad, y en el medio, el gran río que debía atravesar para llegar, tan grande, como el miedo y la incertidumbre que inundaban su cuerpo al tener que abandonar su pueblo y su familia, en especial a su madre.
Llegó junto a su esposo en 1973, sin nada, como si todo su pasado hubiera quedado sumergido en aquel río que los trajo hasta Argentina. El dinero solo les alcanzaba para alquilar una habitación en un hotel en Constitución. El llanto y la profunda tristeza de estar tan lejos de casa la visitaban todas las noches, como queriendo poner en duda una decisión firme y ya tomada. Quería volver. Con el transcurso del tiempo, se fue adaptando al cambio.
Poco después conoció a personas que también venían de San José, y ese sentimiento de soledad fue desapareciendo lentamente. Entendió que ese río caudaloso, profundo y fugitivo, no era sólo el agua que separaba dos enormes bloques de tierra, era parte del camino. Un camino largo, tortuoso por momentos, atemorizante, que, sin saberlo aún, la llevaría a mirar hacia adelante y luchar, verdaderamente, para conseguir el objetivo por el que había venido.