Siempre nos pertenecerán
Irina Belén Díaz
1er cuatrimestre 2018
Los
libros no son simples hojas, son algo mas y además son nuestros. Cuando leemos
un libro ya nos pertenece. Nosotros elegimos cuando, donde y con quién leerlo.
Es personal, puede haber más de un ejemplar, pero como el nuestro, ninguno.
El
proyecto de la dictadura de disciplinamiento y control de la población no se
limitó a la persecución, represión y desaparición de personas. También abarcó a
la cultura en todas sus formas.
Generalmente,
cuando se habla de la última dictadura militar se la asocia casi únicamente con
la represión física y el plan sistemático de desaparición y aniquilamiento
ejercida por el gobierno militar sobre los luchadores del campo popular. Y con
la aplicación de las bases económicas que instalaron al neoliberalismo en
Argentina.Los bibloclastas
eliminan la evidencia de una historia, un pasado, un pensamiento; y
esto equivale a la eliminación de una población. “Allí donde se comienza quemando libros
se termina quemando hombres”(Heinrich
Heine1). Uno de los modos en que los militares buscaban
controlar las maneras de pensar y sentir de los ciudadanos era la censura.
Aparecieron las famosas “listas negras” donde se prohibieron libros, canciones,
películas, revistas, etc. y se persiguió a escritores, artistas, poetas,
periodistas e intelectuales en general.
La última dictadura militar también llevó adelante una clara política de
desaparición y sustitución de buena parte de la producción literaria de la
época como en el caso de la biblioteca roja, Liliana Vanella y
Dardo Alzogaray, una pareja de historiadores, habían enterrado parte de su
biblioteca en el patio entre diciembre de 1975 y marzo de
1976. Necesitaban protegerlos, esconderlos, preservarlos de la represión y
el terror. Los libros podían pasar a la clandestinidad, pero no se exiliaban.
Salvar esos libros y salvar sus vidas era lo mismo. Tanto los huesos como los
libros nos hablan de alguien, de una identidad compleja, emocional, política y
social. Es el descubrimiento por sí mismo que tiene ese valor socio-político
que excede cualquier significado que pudieran otorgarle sus parientes o sus
dueños.
El proceso también tuvo entre sus objetivos la desaparición y quema de
una gran cantidad de libros cuyos contenidos eran catalogados de “subversivos”,
llevando a cabo así otro tipo de genocidio: el genocidio cultural.
Quizás porque sabían que, como dice León Gieco2 en su inolvidable
canción “Hombres de Hierro”, “hombres
que avanzan se pueden matar, pero los pensamientos quedarán”. Y los
libros son herramientas fundamentales para transmitirlos.
Los libros te incentivan, despiertan nuestras ideas, nos ayudan a
pensar, te regala imaginación y sus hojas son como alas que te permiten volar. La
lectura nos trasporta, puedo decir que las letras viven atrapadas en la sangre
que corre por nuestras venas y cuando uno lee se activan los sentidos de la
vida, derrotamos la ignorancia y se despiertan nuestros pensamientos. La
lectura nos eleva a la cima y nos abre las puertas del saber, develando los
misterios de la vida.
Cada
uno de nosotros seguramente tenemos un libro que nos pertenece, que algún
momento de nuestra vida leímos y que nos dejó algo marcado, no importa si lo
seguimos teniendo o simplemente nos prestaron ese libro porque dentro nuestro
quedo algo de él.
- Heinrich
Heine ( 13 de diciembre de 1797,
Alemania-17 de febrero de 1856,
París). Fue uno
de los más destacados poetas y ensayistas alemanes del siglo XIX. - Raúl Alberto Antonio Gieco, conocido como León Gieco ( 20 de noviembre de 1951, Santa Fé- Argentina). Es un músico y cantante popular argentino, considerado uno de los más importantes de la argentina.