Dignidad y plenitud en la tercera edad
Por Florencia Acosta y Lucía González Arrese
Primer cuatrimestre 2017
Pareciera normal estar sentada frente a una ventana contemplando el mundo exterior con un vaivén de pensamientos que recorre la propia historia de vida. Sin embargo, son muchos los casos de personas que no gozan libremente sus derechos. Adela es un reflejo de lo que muchas personas de su edad viven día a día en hogares y/o residencias para mayores, sin poder relacionarse con los demás, pasando sus días alojados en habitaciones junto a su soledad, la cual contribuye a que caigan en estado depresivo y contraigan enfermedades.
Según la secretaria de los Derechos Humanos que abarca también a los Adultos Mayores, señala que la edad no debe ser una barrera para participar y contribuir en la sociedad, el derecho a la inclusión social debe ser igual para todos. Por lo tanto, el Estado debe garantizarle los derechos que le permitirán tener una vida digna y desarrollar sus capacidades sin sentirse excluidas.
Las estadísticas del Registro de Establecimientos Residenciales para Personas Mayores, indican que sólo en la ciudad de Buenos Aires hay 592 residencias geriátricas con un total de 22.470 camas habilitadas.
Conviene decir que no todos estos establecimientos cumplen con las atenciones adecuadas, brindan malos tratos que no favorecen la calidad de vida. Este hecho contradice lo que fundamenta la Organización de Estados Americanos (OEA) la cual aprobó una Convención Interamericana sobre la Protección de los derechos humanos de las personas mayores el 15 de Junio de 2015, afirmando que “Los derechos protegidos por esta convención son la igualdad y la no discriminación por razones de edad, el derecho a la vida y la dignidad en la vejez, el derecho a la independencia y la autonomía, el derecho a la participación y la integración comunitaria y el derecho a la seguridad y a una vida sin violencia. También están contemplados el derecho a no ser sometido a tortura ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; el derecho a brindar consentimiento libre e informado en el ámbito de la salud, a la libertad personal y a la libertad de expresión, entre otros.”
Es triste darse cuenta que la sociedad cada día se vuelve más individualista y dejan pasar por alto a tan valiosos seres sabios llenos de amor. Todos vamos a envejecer y no por llegar a esa etapa de nuestras vidas debemos dejar de ser respetados y excluidos sin poder desplegar al máximo nuestras capacidades que dan sentido a lo que es vivir.