Ollas sí
Por Ricardo
Vera y Rodrigo Pavez
2do cuatrimestre 2018

“El gran angular no es aquí importante sólo
por razones estéticas, sino también como en el caso de la geología por razones
científicas relacionadas con la observación. Un mente de menor angular no
hubiera captado lo que yo veo ahora, de modo que hubiera permanecido invisible
¿qué veo?” -Dice John Berger en Abrir la
cancela, y sería un registro oportuno y certero como antesala para encarar
la imagen que aquí propone. ¿Qué se ve?
Esta fotografía fue tomada recientemente en
el Congreso de la Nación con motivo de una marcha docente. En el centro de la
misma se aprecia una señora de avanzada edad sirviendo de una olla lo que
parece un guiso en un tupper, y sobre
el ángulo superior derecho se puede leer “las ollas no van a parar, la lucha
tampoco” en una bandera haciendo referencia a ciertos sucesos que ocurrieron
últimamente.
A 100 años de la Reforma Universitaria vale
la pena invitar a la reflexión y reafirmar el compromiso que le debe la
Universidad a la sociedad. Los estudiantes de aquel entonces, con su
movimiento, mejoraron la calidad de vida de la gente tomando la lucha como
bandera, solidarizándose con el pueblo, intentando darle respuesta a las
problemáticas de aquella época y pensando a la Universidad, como una fuente de
creación de pensamiento crítico capaz de desbordar las fronteras mismas de la
institución en sí, para regar el conocimiento a todos los ámbitos.
En medio de políticas polémicas, impulsadas
por sectores conservadores, los estudiantes nos obligamos a resistir y
alentamos a no perderse en el periplo transeúnte de la apatía. Las
manifestaciones con guisos en grandes ollas, las clases públicas y las
universidades tomadas, son la dignidad inclaudicable y tenaz, en movimiento,
que se niega a ser pisoteada y omitida.
“Hemos resuelto llamar a las cosas por su nombre”
–agregan aquellos jóvenes de 1918 en su Manifesto
Liminar, y oportunamente resuena hoy. Estaremos de pie junto a los docentes
en este trajín aciago, desandando viejos entuertos y deconstruyendo los nuevos
para abrir el cerco, para abrir esa cancela que separa esto de ahora con el
jardín que nos separa, que es nuestro Derecho.
El ayer y el hoy serán de lucha contra el
olvido, contra la avaricia de los pocos aplausos y muchos globos. “Los dolores
que nos queda son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las
resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución,
estamos viviendo una hora americana”, destacaron aquellos jóvenes que hace un
siglo no se callaron. Pensamos en el presente con “un derecho y una vergüenza
menos”, como los cordobeses de la Reforma. La Universidad debe ubicarse, como
aquel entonces, en un espacio de reflexión y acción, capaz de nutrir al pueblo;
de estar cerca de las clases trabajadoras y de defender sus derechos cuando sea
necesario. Creemos firmemente que los intersticios del tiempo se llenarán de
fortuita esperanza enhebrándose en ecos de inexorable y persistente
resistencia. Las ollas no van a parar, ¡la lucha tampoco!