Mal están los de afuera
Barreto, Agustina
2do cuatrimestre, 2017
Monedita se levanta de golpe, o mejor
dicho de un golpe.
Duerme de costado para no sentir los tensores de la cama y su primera visión
del día es en lúgubre y frío inodoro de concreto. Otra mañana habría
reaccionado con carácter al llamado de la mano dura contra la puerta de hierro.
Pero hoy es jueves. Patea la cama del Nieves.
A menos de dos km, Ezequiel se lava la cara con agua caliente, y prepara un
espumoso café mientras termina la tediosa tarea de imprimir los exámenes con la
fotocopiadora que debió comprarse hace casi un año.
Monedita arranca a patear para 12 de octubre y Larroque ( a tan solo cincuenta
metros del agujero en que pasa sus días), acompañado de otros quince.¡Y de
Gómez! Que es más torpe que Sosa, pero también les tira una mirada de fuego
cuando se quieren pasar de vivos, o desarmar un poco la fila india.
Ezequiel estaciona su C3 gris oscuro a la vuelta.
El único momento en que sus universos paralelos se compactan en uno es cuando
ambos atraviesan el portal de la escuela media N° 4, anexo del instituto penal
para menores 2040, de Banfield o CREU (como le llaman sus participes), lugar en
él que Ezequiel dicta 6 cursos de nivel secundario. Le gusta su área, la
Biología, pero más le gusta enseñar.
Escuchó muchas veces decir “la bala vale menos que la tiza” y hasta de boca de
colegas pero en vez de darles el gusto de sacarlo de sus casillas, Ezequiel
elige recordarle a la ignorancia en su expresión máxima que él único derecho
del que están privados sus chicos del Derecho a la Libertad.
Se encuentran en el pasillo y Ezequiel los saluda con él puño. Hace rato que
para Monedita dejó de ser la cara de la autoridad, y sin perderle el respeto
pasó a ser un referente, un hermano, un padre, un abuelo, o lo que exija la
situación.
El equipo técnico, psicólogos y psicopedagogos, y el equipo docente guardan una
relación afectiva con los alumnos, que son llamados así porque a sus ojos son
exactamente iguales a aquellos alumnos de educación extramuros. Yque además, a
esta altura ya cuentan con cinco artículos; del 55 al 60 de la nueva Ley de
Educación Nacional 26.206, que reivindican su condición de alumnos, por
derecho.
Parecerá una ironía pero Monedita se siente libre dentro de su encierro, cuando
va a la escuela. Sus docentes jamás le preguntaron cómo y porqué terminó ahí.
No interesa. Nunca lo condenaron, ni cuando salió y volvió a caer en el 2040,
como él 46%
de los que asisten a esta institución. Dos de esas cuatro horas de
esparcimiento por día, que pasa fuera de la celda gris, se siente digno.
Ezequiel mira a sus alumnos que se sientan en torno a él, formando una ronda.
Sostiene en sus manos los exámenes. Pero se detiene y pregunta; ¿Cual es el
principal problema de la sociedad? El escenario muestra varias caras
desconcertadas que no entienden qué relación guarda esta pregunta con los
organismos unicelulares y las macromoléculas que los desvelaron la noche
anterior. Monedita alza la mano y esperando que se le de permiso contesta: “él
prejuicio”. Y estalla el debate. Tendría que resultar predecible la respuesta
de este chico, siendo el principal acusado por sistema de no querer estudiar,
no querer cambiar. Pero cuando estudian, escriben y se expresan y la
herramienta de la educación se transforma en un arma, que encima apunta a los
esquemas establecidos, tampoco es aceptado. Así le hicieron a Mirco, que ahora debe
andar por algún hospital psiquiátrico a causa de las demencias escritas,
criticando el sistema carcelario y modelo de niñez establecido.
Si al prejuicio social le sumamos el rol del Estado, que parece avalar la
actitud de la sociedad con él mísero presupuesto que brinda a la educación en
privación de libertad, logramos la combinación perfecta para que un niño
adolescente se perpetúe en el lugar de criminal.
“El derecho a la educación tendrá como objeto el desarrollo pleno de la
personalidad humana y el fortalecimiento de la vida en sociedad”, reza la
declaración de los derechos humanos. Dos de cada tres niños penalizados
terminan su educación secundaria en contexto de encierro, según la Secretaría
de Niñez Adolescencia y Familia (SENAF). Tomemos conciencia de que este derecho
se vulnera, no por una falta de voluntad de sus protagonistas sino porque los
factores exteriores tienen falencias, son cómplices. Y nos conviene que sea
así.
Ezequiel guarda las hojas. Los alumnos
no realizan el examen, la lección de hoy está aprendida.