La Memoria
Alan Coraglio y Agustín Mélida
2do cuatrimestre 2017
La historia se concentra en la Provincia
de Buenos Aires, ciudad de Quilmes, específicamente en la intercepción de las
calles Allison Bell y Garibaldi. En esta esquina, Garibaldi al 650, se podía
contemplar durante el día la alegría, joven e inocente, trabajadora, de una
vecindad naciente entre las casas que comenzaban a levantarse junto a esta, que
fue una de las primeras. Aquí vivieron hasta el año 1962, antes de irse a vivir
a Estados Unidos, un matrimonio polaco de apellido Lisowski, con dos hijos
nacidos en Argentina, Juan y Andrés. Ellos eran los organizadores de tardes y
tardes junto a los compañeros de barrio, jugando en la palmera de su casa,
perfecta para practicar montañismo, salir a pasear a la ribera o ir a alentar
al mate. Entre las amistades de los hermanos Lisowski con los vecinos, las más
relevantes fueron con Carlos y Silvia, hijos de Oreste Coraglio e Irma Freire
Sardina, vecinos de enfrente en diagonal, sobre Allison Bell al 696.
En el año 1963, tras la venta de la
casa de los Lisowski y con algunas modificaciones edilicias se puso en marcha
allí el funcionamiento de la Brigada de Investigaciones de Quilmes, dependiente
de la Policía Bonaerense, para darle una fuerte sensación de seguridad a la
zona y aumentar la valoración de las propiedades cercanas. El barrio dio su
apoyo a la instalación de una Brigada en el espacio que dejaron los Lisowski.
Para el año 1972 Carlos Coraglio ya
no practicaba montañismo en los árboles y ya no gritaban los goles del mate,
por trabajo, tiempo y su hija Roxana, a quien tuvo junto a Eva Marinaro en el
año 1968. Quien nunca abandonó la pasión por argentinos de Quilmes fue Oreste.
Encontró en su nieta Roxana la mejor compañía para ir a alentar al club de sus
amores, caminar por la ribera y reír todos los días. Pero no duró mucho. El 24
de marzo de 1976 comenzó la época más oscura de la República Argentina con la
intervención de la dictadura cívico militar y la perdida de nuestra
contradictoria, pero caminante hasta entonces, democracia. Bajo el nombre de “Proceso
de reorganización nacional” se tuvo como principal objetivo la concentración
económica a pequeños grupos y someter al pueblo con miedo; generar miedo a
través de grupos encargados del genocidio de estado en 600 centros clandestinos
de detención, a lo largo y ancho de todo el territorio, de la Republica
perdida, según los datos actualizados en 2015 de la Secretaria de Derechos
Humanos. La Argentina fue víctima del terror durante muchos años. Los centros
clandestinos de detención se dividieron logísticamente en zonas, a estas zonas
en subzonas y por último a ellas en áreas. Este sistema se llamaba Circuito
Camps. La esquina de Allison Bell y Garibaldi, dentro de la zona 1, subzona 11
y área 111, paso a formar parte de este plan exterminador, de torturas físicas
y psicológicas a las cuales fueron sometidos los 250 prisioneros de su libertad
y humanidad, entre los cuales había mujeres embarazadas, que bajo condiciones inhumanas
tuvieron a sus bebes en el Hospital Iriarte de Quilmes, punto de apoyo para los
partos clandestinos, donde los recién nacidos eran separados de sus madres. La
ex Brigada de Investigaciones paso a ser llamada “El pozo de Quilmes” o “Chupadero
Malvinas” hasta 1979.
De las carcajadas a quedar mudos, del
montañismo a tirarse al piso y de la seguridad que prometía la esquina a ni
siquiera poder mirarla de reojo sin sentir miedo.Estaba prohibido demorarse en
la puerta de sus propias casas, prohibido estaba ver, prohibido estaba pensar.
Carlos Coraglio nos declara “Sentí mucho
miedo, estar tan cerca y tan lejos. Se escuchaban gritos todos los días dentro
de la brigada, gritos de dolor.Uno no sabía si entraba o no a casa otra vez si
no se apuraba, porque no se podía estar demorado en la puerta, era motivo
suficiente para levantar sospechas”. Roxana declara “Yo tenía 8 años cuando
comenzó la dictadura, mi papa y mi mama me decían que la gente que gritabaera
mala, que por eso estaban ahí. De más grande me di cuenta que eran mentiras,
que los malos eran otros. Pero yo hubiera hecho lo mismo, con 8 años podía
andar diciendo por ahí que eran personas perseguidas ideológicamente,
secuestrados y asesinados. Eso hubiera significado seguramente la desaparición
de mi papa o de mi mama, o de mi abuelo y mi abuela. Todos los días que asistía
a clase me seguía una oficial hasta entrar al colegio, no solo a mí, sino todos
los chicos del barrio. Yo iba sola y volvía sola, con esta persona siempre
siguiéndome, ida y vuelta, a pocos metros. Pensaba que me cuidaban. De más
grande comprendí también que era por si se me ocurría divulgar información, o
ser útil a grupos políticos y organismos que funcionaban en reprobación de la
dictadura. Así fue durante muchos años me acuerdo. Desde la terraza de casa vi
como tiraban a un camión una persona entre sabanas. Cuando se lo comente a mi
papa me dio una paliza y me dijo que no vi nada, y que no le diga a nadie nada.
Le hice caso. Hoy entiendo todo.”
Los Lisowski hasta 1962, la Brigada
de Investigaciones hasta 1976 y el Pozo de Quilmes hasta 1979. Desde la
recuperación de la Republica el 10 de diciembre de 1983hasta hoy funciona laDelegaciónDepartamental
de Investigaciones en la esquina de Garibaldi al 650. En el año 2011, durante
el gobierno deCristina Kirchner, se sancionó la Ley Nacional Nº26.691 que establece
“Declárense Sitios de Memoria del Terrorismo de Estado, a los lugares que
funcionaron como centros clandestinos de detención, tortura y exterminio o
donde sucedieron hechos emblemáticos del accionar de la represión ilegal
desarrollada durante el terrorismo de Estado ejercido en el país hasta el 10 de
diciembre de 1983”. El 24 de marzo de 2014 se llevó a cabo la señalización del
Pozo de Quilmes para hacer cumplir lo que dicta la Ley Nº26.691, pero hasta el
día de hoy sigue funcionando como tal, aunque en febrero de 2017 se sanciono la
Ley Nº14.895, impulsada por los organismos y asociaciones defensoras de los
derechos humanos y la memoria, que declara específicamente al pozo de Quilmes
como sitio de memoria y ordena el cese de actividades y desalojamiento de las
fuerzas del establecimiento en un plazo de 60 días. Hoy en el mes de octubre de
2017 sigue funcionando como tal, amparándose de que no consiguen lugar a donde trasladarse,
pero ellos gozan del edificio principal, mientras el espacio provisional cedido
para la memoria es la planta baja de los calabozos sobre la calle Allison Bell,
pequeño espacio e incómodo lugar. A mediados de septiembre comenzaron a
desalojar toda la zona de los calabozos, no en 60 días como dicta la ley.
Esperamos entonces, nosotros el
pueblo, para que la ley se cumpla sin más trabas y que este edificio donde hubo
muerte, donde se violaron muchos derechos humanos, donde se torturaron y
asesinaron personas, deje de funcionar como Delegación Departamental de
Investigaciones y pase a desempeñarse como sitio de fomento por la lucha de los
derechos humanos y la memoria.