Una grandiosa forma de caer en la mediocridad
Gagliero
2do Cuatrimestre 2017
Libros y materiales didácticos rodean a los
niños, con sus miradas llenas de asombro y curiosidad. Su escritura meticulosa,
precisa, como una forma inacabable, expresa aquellas ideas y sentimientos puros.
El salón se cubre de un profundo silencio ante
tal concentración, sólo lo rompe el inoportuno sonido de los tenues zapateos en el
piso de madera.
Luego de la vianda o la merienda que los chicos
reciben por parte de la cocinera, entre envoltorios de galletitas y vasos de
plástico vuelven a su estudio.
Aquellos rostros y guardapolvos resplandecientes
pueden ser observados gracias a esas colosales y agraciadas ventanas de las que
emana luz. La pintura que engalana la pared, celeste y blanca como nuestro
símbolo patrio o como el cielo azul que vemos todos los días cuando
despertamos. De todos esos niños sin importar quiénes sean o de dónde vengan,
para cada uno de ellos, aguarda un asiento para explorar las maravillas del
conocimiento y una mesa para plasmar ese mundo abstracto. Lo que podemos
contemplar es un salón dentro de una escuela pública, que gracias al esfuerzo
de la comunidad educativa, sus alumnos pueden asistir con total comodidad.
Estas condiciones se encuentran bajo esta circunstancia,
pero no ocurre lo mismo en otros salones. En la provincia de Buenos Aires y el
resto de la Argentina,
se nota la clara falta de mantenimiento por parte del Estado en la infraestructura
de sus establecimientos educativos públicos, en los cuales se pueden encontrar
salones inadecuados, mal pintados, pequeños, con mesas y sillas oxidadas o, se
encuentran quemados o en algunos casos, carecen de un techo que los sustente,
sin mencionar otros sectores también descuidados, como los baños, patios y los comedores.
Aproximadamente 3 de cada 10 chicos no asisten a
una escuela, sea por motivos de pobreza o porque la escuela a la que asisten,
no tiene los recursos o presupuesto necesario para brindar clases. Se estima
que la inversión en educación pública de este año es el más bajo de la
historia, mientras que los subsidios para escuelas privadas y otras
instituciones ascendió: Del 13,5% en 2012 al 16,2% para el 2017. En la
educación pública, de representar el 27,8% en el 2011 cayó al histórico 18,5
para el 2017. Las escuelas públicas están en decadencia y perderán lo más
valioso que poseen: sus alumnos. Una grandiosa forma de caer en la mediocridad.