La voz silenciada
Por Melina Martín y Lidia B. Valderrama
Primer cuatrimestre 2017
En dictadura primaba la censura; la libertad de expresión era inexistente y todos los ideales opuestos al gobierno dictatorial sólo tenían circulación en un entorno clandestino. Rodolfo Walsh como periodista y actor social decidió conscientemente informar la realidad y hacerse responsable de sus ideas, aun sabiendo lo que eso significaba. Su posición crítica estaba construida a partir de la investigación y confrontación de fuentes y hechos histórico-sociales. Él ejercía su libertad de conciencia y reconocía su derecho coartado a la libre expresión. Años después, en el marco de una entrevista,Eduardo Galeanoexpresaba que todos tenemos derecho y, sobre todo, deber de contradecir, de criticar, de dudar, de coincidir o no. Pero no siempre se tiene la libertad de ejercer este derecho/deber. Está en nosotros como sujetos sociales expresarnos conscientemente, formar un pensamiento crítico ante la realidad circundante.
En esta época de democracia es otra la cuestión. Si bien ya no hay una abierta censura gubernamental, sí corremos el riesgo de autocensurarnos, de silenciar nuestra voz al asumir como propios, discursos ajenos.Tener una actitud crítica implica la reflexión y aceptación de una responsabilidad intelectual a la hora de enunciar ideas. Repetir una y otra vez un discurso legitimado por una fuente informativa no hace más que silenciar las conciencias y anular nuestro sentido crítico. Afirmar o negar algo dependiendo de quién lo respalde, sin parar a observar, investigar y reflexionar supone un posicionamiento cómodo ante los acontecimientos sociales. Dicha posturano estaría respaldada por argumentos sólidos proporcionados por una actitud crítica, sino que el sujeto social se escuda ante una opinión mayoritaria inconscientemente… o no… Si uno elige un medio de comunicación por sobre otro, si uno voltea ante la realidad cuando se presenta delante, si uno anula su propia voz para transformarse en un eco, ¿no sería un acto consciente?
El problema está cuando nos dejamos influenciar por algún medio particular y no reflexionamos respecto a los intereses y propósitos detrás del recorte de la realidad que presentan. Nuestro derecho/deber de expresarnos tiene que estar fundado en un pensamiento autónomo, pero si vamos a tomar como voz representativa la de algún medio masivo de comunicación, hay que tomar conciencia de la multiplicidad de discursos y sus trasfondos. Como dice Chomsky: “Con esfuerzo considerable uno puede encontrar indicios en la prensa existente que le lleven hacia la imagen verdadera. Pero se requiere esfuerzo y una cierta familiaridad con el funcionamiento típico de estas cosas.”
La proliferación de medios informativos es vasta, aunque hay supremacía de ciertos sectores.Sólo si se cumpliese la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, se garantizaría una verdadera democracia y pluralidad mediática.
De nuestro accionar social depende que la defensa propia intelectual sea o no crítica, sea o no una voz silenciada.