Una noche con mucha historia
Por Mauro Ariel Ruiz
Segundo cuatrimestre 2016
En este año, en la Universidad Nacional de Quilmas se llevó a cabo, como en cada ciclo, las elecciones del centro de estudiantes. Alumnos y alumnas estaban invitados a votar durante cuatro días. Se postularon distintas agrupaciones políticas para la conducción de los centros. En el último día, como estudiante participé con mi voto, y esa experiencia quedará en mi mente para siempre.
Esa noche, rodeado de una multitud de chicos y chicas pude observar cómo, cada quien con su agrupación, empezó a arengar, cantar y bailar.
Mientras los estudiantes de la universidad esperaban los resultados, comencé a registrar las primeras imágenes de la noche. De fondo se empezó a escuchar bombos y trompetas dando aviso – de esta manera – que se hacía presente otra agrupación en el Ágora.
Observo hacia los pisos superiores, y me convenzo de subir, para tener una mejor vista. Una vez allí, encuentro una panorámica del Ágora y me dispongo a capturar imágenes de cada agrupación política con el objetivo de guardar para mí, ese maravilloso momento. En otro sector, alcanzo a observar a los respectivos delegados de cada agrupación, junto a un escribano que, realiza el escrutinio.
El marco en el que este acontecimiento sucede, es acompañado con una fecha que hace de este día, uno muy especial. ¿Por qué especial? Porque coincide con el aniversario de “La noche de los lápices”.
Se hace imposible no contrastar los sucesos. En mi cabeza empiezo a recordar cómo, en plena dictadura militar, muchos estudiantes fueron secuestrados, al hacer oír sus voces luchando por sus derechos. En aquella noche de 1976 ocurrió lo que no tenía que ocurrir. La fuerza brutal del aquel Estado intentó acallar las voces de jóvenes inocentes. Períodos oscuros de ese pasado argentino, por un instante, invadieron mi cuerpo y mi mente.
Sin embargo, al observar a mi alrededor pude sentir el orgullo, la alegría y la emoción de formar parte de esta fiesta, que era algo impensado hace cuarenta años.
Regreso a mi hogar pensando que, si bien la democracia es joven y aún hay muchas cosas por corregir, hoy se puede percibir en el aire no sólo en la UNQ, sino en cualquier otra universidad de la Argentina, cómo los estudiantes han sabido vencer.