Resistiendo las vallas
María de los Ángeles Mansilla
Segundo cuatrimestre 2016
Una plaza mítica, llena de historia, repleta de emociones en cada momento que se quiera conmemorar. Rodeada de gente, de pueblo, sea por euforia y alegría o por lucha y resistencia. Histórica, en aquel 17 de octubre colmada de descamisados, que pedían la libertad de Juan Domingo Perón. Trágica, en el año 1955, protagonista del bombardeo conocido como “Masacre de Plaza de Mayo”.
Épocas de interrupción al orden institucional que, contradictoriamente, mientras un pueblo anestesiado la llenaba para festejar un mundial de fútbol, unas “viejas locas” la rodeaban pidiendo memoria, justicia y verdad. ¿Viejas Locas? Sí, enloquecidas de lucha, demostrando más amor que miedo. Que enfrentaban el terrorismo de Estado. En esa plaza que les inspiraba un aire de libertad.
Primavera y democracia, un pueblo esperanzado, y una Plaza que, más allá de toda ideología festejaba la libertad. Jóvenes de espacios políticos diversos se juntaron en esta Plaza, ansiosos al saber que les habría llegado la hora de ejercer su derecho a voto, de poseer la libertad de elegir.
Épocas de huelgas, de represión. Todas y cada una de ellas, dejan en evidencia que el protagonismo siempre fue del pueblo. De la gente que la rodeó, que se acercó, que la utilizó. Que en ella se manifestó porque, más allá de todo ideal, de todo partido político, la Plaza es la herramienta de una ciudadanía para desplegar su lucha.
Pleno siglo XXI, año 2016. En esta Plaza, ya no toma protagonismo la gente, sino, las vallas. Obstáculos que pretenden alejar de este lugar el calor del pueblo. Que se olviden los hechos ocurridos porque, sin lugar a dudas, este sitio refleja un símbolo de lucha. Es el medio de comunicación -generalmente- de los que menos posibilidades tienen de ser escuchados, de los humildes, de los “invisibles” que pueden hacerse visibles mediante un cartel, a través de una canción, de formas creativas que se “oponen” -de alguna manera- al modelo establecido. Es un lugar significativo donde cualquier ciudadano puede levantar su bandera y hacerse escuchar.
Aflige ver esta plaza tan alejada. Duele ver que nos imposibiliten de esa manera tan frívola ejercer nuestro derecho a reclamar. ¿Por qué estas limitaciones se encuentran en una Plaza que siempre se caracterizó por lo popular? “Porque era necesario”“Porque la ensucian”… Argumentaciones totalmente superficiales.
Es considerable pensar que por la única razón que intentan “encerrar” y “encarcelar” un espacio público como Plaza de Mayo es, meramente, por miedo a la libre expresión del pueblo.